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El Mercedes E 220d, es la versión más interesante de la reducida gama inicial porque se trata de un motor turbodiésel de nuevo desarrollo. Este cuatro cilindros de 194 CV presume de ser la mecánica más eficiente de la categoría y, al igual que el resto de cadenas cinemáticas, está asociado de serie a la transmisión automática de nueve velocidades 9G-Tronic.
El E 220d es un motor muy recomendable por su empuje y su consumo contenido. Las prestaciones son más que suficientes para una berlina de lujo y en ningún momento se echa en falta más potencia a pesar de tener que mover los 1.680 kg de esta modelo de 4,9 metros de longitud.
El único ‘pero’ que puede ponérsele a esta mecánica de nueva generación es su sonoridad, que no es demasiado refinada. Eso sí, su sonido apenas nos llegará en marcha porque aislamiento del habitáculo es magnífico y al coeficiente de resistencia aerodinámica (Cx) líder de su segmento -sólo 0,23-. Viajamos muy aislados del ruido exterior.
A bordo recuerda, y mucho, al Mercedes Clase S. La calidad de realización está fuera de toda duda. El ambiente es clásico pero los numerosos detalles tecnológicos están muy bien integrados, como es el caso de las dos enormes pantallas de 12,3 pulgadas. La que está situada frente al conductor hace las veces de cuadro de instrumentos y es configurable en cuanto a información y diseño a mostrar. La que está en el centro de la consola central refleja los datos del completísimo sistema de infoentretenimiento.
Para manejar ambas pantallas se pueden utilizar los botones de control táctil en el volante, una utilidad que se estrena en esta Clase E. Con un simple movimiento de barrido sobre la pequeña superficie táctil nos moveremos por las distintas funciones ofrecidas en el display doble. Es posible seleccionar cinco programas de conducción diferentes a través del conmutador Dynamic Select: Eco, Confort, Sport, Sport+ e Individual. Cada uno de ellos afecta a diferentes sistemas como la asistencia de la dirección, la firmeza de la suspensión, la rapidez de respuesta del acelerador y la gestión del cambio automático. En las dos primeras características no hemos apreciado grandes diferencias entre un modo y otro.
El Clase E es, siempre, un coche muy cómodo y agradable de conducir incluso realizando una conducción dinámica en el modo Sport+. No llega al excelso nivel de confort de un Clase S pero sin duda está en lo más alto de su segmento. La amortiguación trabaja de manera muy efectiva para neutralizar las irregularidades del asfalto y mantener a raya las oscilaciones de la carrocería. Existen varias opciones de suspensión, siendo la más avanzada la suspensión neumática multicámara Air Body Control.
La visibilidad no es su punto fuerte. El salpicadero queda en un posición muy alta, lo que provoca que el parabrisas sea tenga en realidad muy poca altura. El largo capó de este Mercedes tampoco ayuda en ese sentido. Además, la inclinación y anchura del pilar A puede entorpecer un poco la visión en algunos giros, especialmente en curvas de izquierdas.
Menos mal que hay una gran colección de sensores que rodean por completo la carrocería de la berlina alemana, así como un sistema de cámaras de 360º con una excelente definición que son de inestimable ayuda en a la hora de realizar maniobras. Para poner las cosas aún más fáciles podemos equipar un sistema de aparcamiento automático que permite estacionar en paralelo o en batería ¡incluso desde sin estar dentro del coche! La maniobra puede dirigirse desde un smartphone, tal y como pudimos comprobar en el evento organizado por Mercedes.
Tantas posibilidades tecnológicas pueden hacer parece que el Clase E puede ser un coche complejo de utilizar. Sin embargo, en Mercedes se han esforzado en que el manejo de las infinitas funciones sea muy intuitivo. Un buen ejemplo es la palanca del control de crucero. Con un toque se activa el control de crucero activo, que mantiene el coche a la velocidad a la que estamos circulando y acelera o frena en consonancia con el tráfico.
Si damos dos toques a la palanca se activa el Drive Pilot y disfrutamos de una conducción semiautónoma. De esta manera el control de crucero mantiene el vehículo a la velocidad máxima de la vía, modificándola por sí mismo según los datos del navegador, el sistema de reconocimiento de señales o el tráfico. Adiós a las multas por exceso de velocidad.
No sólo eso. La función Drive Pilot también toma el mando del volante y mantiene al vehículo dentro de su carril sin intervención del conductor. Este sistema emplea una cámara estereoscópica y sensores de radar para reconocer y orientarse por las líneas delimitadoras de la calzada, el movimiento de los vehículos circundantes y por las estructuras paralelas. De esta manera guía al coche incluso cuando las líneas delimitadoras de la carretera no son claramente visibles.
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